martes, 9 de junio de 2015

Historia de una imágen




VIDEO



“Realmente lo amé, incluso más que a mí misma”
“Eramos amantes, amigos, performers, todo junto y 

nuestro amor estaba encima de eso”

Resulta sumamente interesante todo lo que una 
fotografía guarda, todas las historias que tiene detrás,  
esta para mi es una de las historias  de amor (falsa o no)  
más intensa, dramática y profunda que he conocido, 
digna de ser contada, y afortunadamente documentada, 
es también motivo de la fama de una de las artistas visuales 
más influyentes en la actualidad.

Marina Abramovic, conocida como la abuela del 

performance, es una artista Serbia que desde 1970 
inicia su carrera como artista visual utilizando su 
cuerpo como el principal medio para generar la obra 
explorando la relación público- artista y los límites 
físicos y mentales de su cuerpo. En sus performances 
se ha sometido al dolor, el agotamiento, situaciones de 
peligro y transformaciones emocionales teniendo un 
contacto muy personal con el espectador, tanto el público 
como ella hacen y son la obra de arte.

De 1970 a 1976, Marina crea en solitario una serie de 

performances, Ritmo 0 es uno de los más conocidos, con 
una duración de 6 horas, 72 objetos colocados en una 
mesa junto la instrucción USTED PUEDE UTILIZAR 
CUALQUIERA DE ESTOS OBJETOS SOBRE MÍ, 
entre estos objetos había desde una cámara instantánea, 
una botella de perfume hasta tijeras y una pistola cargada, 
al principio el público actuó de manera precavida pero 
conforme el tiempo avanzó las reacciones hacia ella resultaron 
más agresivas.

En 1976, el artista alemán Uwe Laysiepen (Ulay)  asiste a una 

galería en Ámsterdam y conoce a Marina en uno de sus actos, 
a partir de ese día hasta poco más de 10 años después 
permanecieron juntos como pareja y como una unidad que se 
dedicó en cuerpo  (literal) y alma al arte del performance. 
El trabajo que hicieron juntos es impresionante, sus piezas ha
 inspirado a otros artistas, pero particularmente uno pensaría lo 
contrario, esos años fueron muy difíciles para ellos el arte apenas 
les daba para comer orillándolos a vivir de una forma muy limitada 
dentro de una furgoneta por 5 años.

En 1988 de una manera muy simbólica convierten su ruptura 

también en una obra de arte, algo tan personal lo exhiben para 
lograr una transformación emocional y espiritual, realizan su 
último performance juntos llamado The Lovers cada uno en dos 
extremos de la Gran Muralla China, él desde el desierto de Gobi, 
ella desde el Mar Amarillo hicieron una larga caminata de 2500 km 
de recorrido para encontrarse justo en el centro de la muralla, 
despedirse dándose un último abrazo y en 23 años no se volvieron 
a ver ni a comunicar y mucho menos a trabajar juntos. 
La despedida más romántica de que he oído jamás.

Los motivos de la separación son muchos, infidelidad, rivalidad 

profesional, supongo que es lo que menos importa. 
Marina Abramovic demostró y sacó su dolor con lo que mejor
 sabía hacer, por supuesto, performances y videoinstalaciones y 
del trabajo de Ulay se sabe muy poco, algo como fotógrafo  y otras 
cosas como performer.

Marzo 2010, se inaugura en el MoMA una retrospectiva del 

trabajo de Marina Abramovic, incluidos los trabajos que realizó 
con Ulay, con recreaciones de manera cronológica de sus 
performances, en esa retrospectiva se encontraba ahí Marina 
para una nueva pieza llamada The Artist is Present, durante 
716 horas con 30 minutos sentada en silencio, una mesa de por 
medio cada uno de los espectadores quienes hicieron filas y 
filas para poder sentarse frente a ella y sostenerle la mirada 
por unos minutos, todo esto se grabó para el documental con 
el mismo nombre, las reacciones del público fueron variadas,
asistieron celebridades, pero el día de la inauguración alguien 
inesperado tomó el asiento, 23 años después estaban juntos de 
nuevo realizando un performance, el estremecimiento de Marina 
al verlo es evidente, y fue con el único con el que tuvo contacto 
físico después de hablarle solo con la mirada.  El reencuentro 
más emocionante y dramático que duró solo un minuto, la 
comunicación más sincera, la complicidad, las lagrimas, la 
sonrisa nerviosa, los lazos que al parecer nunca se rompieron.

Actualmente la carrera de Marina Abramovic va en asenso, 

con colaboraciones por demás presuntuosas, que dejan mucho 
que desear, en lo personal me quedo con esta historia, me inspira, 
me conmueve, me quedo con la carrera de Marina al lado de Ulay, 
con sus inicios y como abrió el camino a futuros artistas del 
performance.



"Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que
andábamos para encontrarnos" (Julio Cortazar)



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